martes, 10 de mayo de 2011

Corvara in Badia



Corvara in Badia


Son casi las once de la noche. Estoy oyendo a Amancio Prada. Tengo una jaula en el pecho y en la jaula dentro un pájaro. Estoy con dolor de garganta y me lloran los ojos. La temperatura ha subido y ya estamos sobre diez grados. Al fin la primavera ha decidido desperezarse y se ha trepado a cada rama de los árboles y los ha ido llenando de capullos que pronto se llenaran de hojas tiritando de vida. El cielo está oscuro y cubierto de nubes. Aun de noche se ven las nubes grises contra el negro del infinito. Tengo tristeza. Las noticias sólo hablan de la catástrofe del Japón. Es angustioso.
El celular suena. Me sorprende el sonido, pues lo tengo desde hace poco. No me acostumbro a que nadie me llame. Pero Laura ha insistido en que es absurdo que viva en pleno siglo XXI y no tenga un celular. Así que ahora tengo un celular al que sólo me llama Laura, mi adorada, mi amor secreto, mi otro yo, mi amiga del alma, mi amor imposible. Siempre que pienso en ella me pongo contento, sonrío.
Miro el mensaje que me ha mandado: Buenas noches, mi bello, prende el Skype y hablamos un rato. Me pregunto dónde estará y con quién. Laura no para nunca de viajar y de cambiar de amante y vida. Es incansable. el pájaro lleva dentro del pecho un niño cantando en una jaula lo que yo canto.
Qué sueños traviesos me contará esta vez y habrá pensado en mí. La lluvia quisiera ser...Prendo el Skype y allí está Laura: bella como siempre envuelta en una bata de baño no demasiado cerrada que deja ver su pecho blanco y tentador. Se acerca a la cámara y me manda un beso. No me mires con esa cara de ganas, me dice sonriendo. Me olvidaba que ella también me ve. En fin, una vez más dejo que mi amor por ella sea más que obvio. Hola, buenas noches, ¿cómo estás y dónde? Estoy esquiando en Italia en las Dolomitas, responde mientras se echa hacia atrás el pelo que le cae sobre la cara. Me siento torpe frente a ella. No sé por qué me cruza la imagen de Ötzi, el hombre de hace miles de años que descubrieron hace un tiempo por esos lados. Uyyy, qué delicia!, respondo por reflejo. Pienso en lo mucho que ella viaja y en lo poco que yo lo hago. Y cuando viajo sólo lo hago a ciudades: Colonia, Düsseldorf, París, Madrid, Milán o Hamburgo. Ella, en cambio está en los sitios del momento y en los que un día estarán de moda. Ella es una de esas mujeres que crean tendencias en la moda y en los sitios play del mundo, de ese mundo al que no pertenezco.
Estoy en Corvara in Badia, una estación de esquí al noreste de Bolzano, con unos amigos que me encontré en Milán. Está lleno de romanos que no hacen otra cosa que ostentar que han votado por Berlusconi y que la plata les sobra y la modestia no la conocen. Un poco arribista me parece todo- me dice mientras me manda un beso desde la distancia. Me pregunto cómo sabe que son romanos y no milaneses o turineses. - Y tú, ¿Cómo estás? ¿Cómo encontraste tu casa? ¿Todos bien? Le contestó con la respuesta cliché de todo bien, muy bien. No es el momento de ponerme a contarle mis pequeños problemas caseros.

El viento quisiera ser: el viento que pasa y deja un paisaje estremecido en tus ojos y en el oído el eco.
Está tomando un jugo de naranja, pero me explica que tiene champaña. Y ríe como sólo ella sabe reír. Laura tiene el poder de convertirme en espectador de su vida. Me fascina. Hablamos un rato sobre nuestras cosas, reímos y nos mandamos besos. Me dice que si todavía la quiero. Yo como un niño chiquito me pongo colorado. Siempre me pasa lo mismo. Sabes que yo te adoro, le digo. Y yo me lo creo, responde burlona.
Laura me mira con sus ojos verdes y me suelta una pregunta bomba: en tu FB escribes sobre los políticos siempre en un tono crítico y, a veces, sarcástico. Quiero saber ¿qué haces para que la situación política colombiana cambie? Yo, que tengo la mirada perdida en sus piernas, esquivo su mirada, suspiro para ganar tiempo y con un rubor que me sube a la cabeza le contesto a media voz:Nada, salvo hablar y escribir, no muevo un dedo.

La noche quisiera ser:
La noche que con agujas de cristal
teje tus sueños
y el delirio que te enciende
cuando más sola estás
y nada esperas,
contigo a solas soñando
el negro sauce de la noche que te envuelve.

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