miércoles, 22 de junio de 2011

Amores imposibles


 Los amores imposibles son secretos que se esconden al otro lado de los sueños. Cada uno lleva su amor imposible por la vida. Oculto entre nuestra diaria realidad vive ese amor imposible que nos mantiene con vida, con la sonrisa en la boca. Preguntas sin respuesta o respuestas sin pregunta que me hago mientras pienso en ella. Porque yo como Laura tengo un amor imposible que los dos compartimos: a veces, en silencio, a veces con besos. Los dos estamos enamorados y cada uno hace su vida como si el otro no fuera parte de ella. En los amores imposibles la felicidad siempre está por llegar. En la realidad llega y se va dejándonos sumidos en el desamparo. Nada tan doloroso como haber sido feliz.

Le tengo miedo a la felicidad. Es presagio de la tristeza. Es el comienzo del dolor. Antes de empezar a sufrir, estoy feliz. Una y otra vez caigo en la trampa de pensar que la felicidad durará un poco más. Pero no es así: soy feliz y luego llega la tristeza, ese largo período de dolor, de soledad, de pensamientos amargos, de oscuridad.

La otra noche Laura me preguntó así sin darme tiempo de pensar el porqué hacía tan infeliz a tantas mujeres. La miré sorprendido. Sí, me dijo, en el Facebook veo que tienes muchas amigas y les dedicas poemas y frases lindas. Qué esperas de ellas, por qué las ilusionas. Suspiré y me quedé en silencio. Mi mente busca una respuesta y no la encuentro.
No sé qué decirte, le respondí. No sabes o no quieres decirlo, me dijo con una sonrisa de te tengo pillado.
Cómo explicarle que soy un hombre triste, que no creo en que alguien me ame más de un tiempo limitado, cómo contarle lo que he sufrido con el amor, cómo hacerla sentir el dolor de no ser amado más. Por eso amo como las mariposas. Vuelo y vuelo y no paro nunca. No quiero volver a sentir ese dolor intenso de no ser querido más.
Ahora soy un hombre siempre a punto de partir, listo a huir al menor contratiempo, un lisiado del amor. Quiero y no quiero. Nunca quiero demasiado.
Cuando te leo, sé que eres un hombre que ha sido herido por ellas. Se siente en tus poemas. Lo sé, me dice con ternura. Laura me toma de la mano y me besa en la mejilla. Pero no debes ilusionar a una mujer y después dejarla. Y ¿quién es esa Laura a la que le escribes poemas tan lindos? ¿Te gusta?¿Acaso soy yo? Me habla riéndose de mí, de mi silencio que me delata.

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