Una
tarde me dijiste „Me encanta que me escribas amores en la piel“.
Y a mi me encantaba cubrir de besos tus pecas, desandar tu geografía
en busca del cielo; volar hasta lo más profundo de ti y dejar libres
mil pájaros enamorados. Pero más me encantaba cuando escribías tus
sueños
en mi vida, cuando tu mirada me envolvía de amores y yo me sentía
el hombre más amado del mundo.
Hay
tardes en que recuerdo que hace tanto no escribimos nuestro amor en
la vida del otro.