martes, 28 de febrero de 2012

Con que tranquilidad se toma la vida mis afanes.





Yo que dejé que el amor lloviera sobre mí, que he esperado el amor toda una vida, que no me hago ya ilusiones ni de la tristeza, regreso una y otra vez a la niñez en busca de ese lugar seguro que eran los brazos de mamá. Pero ella está tan cerca de las montañas que tanto queremos y yo tan lejos que sólo me queda pedalear cada noche hasta perderme en las estrellas.

Ellas ya sé que no podrán cumplir mis sueños y tendré que irme solo con la vida. No he hecho otra cosa que andar solo por el mundo entreteniendo el miedo con cuentos y poemas. Mi vida es el de un caminante errante, abandonado por ellas, que no quería otra cosa que ser de ellas.

No logré que el amor creyera en mí, que se quedara por mucho tiempo conmigo, Siempre estaba de afán. Ahora que ya voy llegando al destino de los que nunca supimos entender la vida, dejo una vez más que la ausencia de ellas llueva sobre mí y me devuelvan quizá alguno de los sueños que con ellas viví.

La vida tiene frío y quiere irse a dormir. Me temo que de su sueño ya nunca despertaré.

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