Para ti siempre
La
vio y se inventó el amor. El amor por ella. Inventó miradas. Y qué
miradas, como si en los ojos de ella estuviera el cielo y un mar de
estrellas donde él podría nadar la vida entera. Inventó sus manos,
que se inventaron un lenguaje de caricias que pusieron a cantar su
piel. Inventó los besos. Esos besos que se darían al atardecer en
una playa lejana en que el verano se negaba a irse. Besos que querían
ser el otro, ser eternos. Inventó palabras que sólo eran de ellos y
música con la que podían recordarse en la ausencia. Inventó
mariposas, estrellas y lagartijas que se escondían entre sus cuerpos
cuando se amaban. Inventó tardes interminables, eternidades para
quererse, espacios llenos de sueños para mirarse. Inventó un
universo para los dos en el preciso instante en que la vio.
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