Estoy pensando en ese
momento en que damos el paso definitivo entre “me gustas mucho” y
“te quiero”. Dudo en si es un acto voluntario o la fuerza de la
vida. En ese momento dejamos nuestra seguridad y nos lanzamos al
vértigo de una caída libre en un mundo nuevo sin certeza alguna.
Pero a la vez es tal la fuerza que nos impulsa y una irremediable
voluntad de entregarse al otro que nada ni nadie parece ser capaz de
detenernos. La serenidad de los días corrientes nos abandona y somos
capaces de hacer y decir cosas que no creemos normalmente que
haríamos. El comienzo del amor es morir de dicha y de susto al mismo
tiempo. Una y otra vez saber que se bordea el rechazo y el ridículo,
pero nada importa, insistimos. El amor es una experiencia que nos
lleva a descubrir un yo nuevo y diferente: vulnerable y valiente a la
vez.
Tú me hiciste sentir
de nuevo el golpe de adrenalina que de adolescente viví cuando me
atrevía a hablarle a alguien que me gustaba. Escribirte que me
gustas muchísimo y luego que te quiero me costó tantos meses de
duda e incertidumbre. Porque tú me gustas desde que te vi por
primera vez y te pedí amistad. Y me pasó lo mismo que cuando era
adolescente: te miraba desde lejos, leía los diálogos con tus
amigos, miraba tus fotos haciendo payasadas (me encantan) la manera en que te vistes -estás
sensacional y perfecta en un matrimonio-, o cuando te abrazas a tus
amistades y sales con ellos a beber algo. Yo te miraba como un
adolescente que no se atreve a decir lo que siente.
Tengo en mi mente la
primera foto tuya: con tu pelo que creo que llevabas ondulado y esa mirada de por qué
yo no me atrevo a decirte que me gustas. Me fascinan tus ojos, tu
piel cada una de tus pecas, el color de tu pelo, como posas para las
fotos, tus paseos, cuando andas en coche. Todo de ti. Lo que dices y
escribes.
Tus películas que
dicen mucho de ti, tu voz y tu
risa. Se ve que todos te quieren.
Y yo me pregunto por
qué te quiero si no te conozco. Pero la verdad es que te conozco
aunque no te haya visto.
Y cuando te digo que te
quiero es que también te quiero ver en persona, perderme en tu
mirada, sentir tu cercanía, dejar que tu presencia me embargue,
tocarte, rozarte casi por descuido, dejar mi mano en tu mano un
instante más de lo usual para que sepas que me gustas, que siento
algo maravilloso porque existes.
Y es claro que sólo
podré quererte de verdad verdad cuando estemos uno frente al otro.
El amor sólo admite
dos preguntas: ¿por qué me quieres si no me conoces? y ¿por qué
me quieres si me conoces? Y las dos tienen la misma respuesta: nadie
lo sabe, pero el amor es así.
Es románticamente extraño, sentirse tan atraído y no atreverse decirlo. Personalmente no creo ser capaz de querer sin conocer, se me hace difícil y enfermizo al mismo tiempo, me parece nocivo pero hay quienes lo hacen.
ResponderEliminarTe felicito