Sin embargo, en la mirada
guarda una esperanza,
una promesa,
una posibilidad,
un delgado hilo que la une a los demás,
es él que nada en sus ojos,
que no la deja,
que no la abandona.
Será que del mar vendrá un día el poeta soñador que la vuelva a inventar, que le dé el soplo fresco del amor, que la lleve entre sus brazos al paraíso perdido, al placer y al deseo.
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