Escribo, porque me
gusta leer. La lectura me llevó a la escritura. El deseo de
mejorar o cambiar las historias que leía y que hubieran podido ser narradas de otra forma o escritas con otras palabras, me hizo empezar a escribir las cosas como las sentía o veía. Estaba comenzando mi largo camino hacia la poesía.
Cuando ya se lleva un largo tiempo de lector, hay un momento en que se siente la necesidad de escribir las historias que pueblan la mente de uno y que quieren volverse palabra. Es en ese momento en que empecé a ser escritor.
Cuando ya se lleva un largo tiempo de lector, hay un momento en que se siente la necesidad de escribir las historias que pueblan la mente de uno y que quieren volverse palabra. Es en ese momento en que empecé a ser escritor.
Llegué a la poesía
más por azar que por desearlo. Así también he hecho con toda
mi vida. Podría parecer un caos, pero no lo es. Envidio a las
personas que saben qué quieren en la vida. Yo soy de los que sé que
no quiero en la vida. Lo demás me ha llegado o pasado de largo sin
saber yo muy bien porqué.
Mi primer contacto
con la poesía fue más bien negativo. En casa de una tía abuela
en los cumpleaños un tío
con ínfulas de declamador recitaba los poemas de Lorca. Y yo un niño
de siete años sentado en las escaleras cercanas a la sala donde mi
tío declamaba, en compañía de mis primos luchaba por no morir de
risa. Esa forma de expresarse nos parecía increíble y absurda.
En la adolescencia
con un amigo descubrimos a Becquer y sus sonetos. Estos nos
sirvieron para describir y entender los primeros amores que tuvimos.
Fue una delicia soñar con ellas y leer los poemas de Becquer.
Como dijo Miguel Hernández "Me ha hecho poeta la vida".